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... sentidos a flor de piel.

El fin de semana del 1 de noviembre estuvimos en Ruesta (Aragón), una socia ha escrito la siguiente crónica de como nos lo pasamos :)

Sábado 1 de noviembre, amanece en Orozko, pero en este día no hay planes para Orozko, nuestros planes están a 3 horitas de distancia.

Esperábamos disfrutar de ese veranillo otoñal, que no aparece por ningún sitio, la lluvia pone una cortina de agua que nos va ha ralentizar un poco el viaje, pero que no nos desanima para nada.

A las 10,15 desde Bilbao partimos en 2 vehículos, con 10 persona contentas, la tromba de agua que caía cuando entrábamos a los coches, solo sirvió para que nos riéramos y corriéramos como chiquillos: ¡A ver quien llega primero!.

En Vitoria la caravana crece, ya somos 3 vehículos y 13 personas, ya estamos la mitad, tomamos un pinchito y continuamos viaje.

El primer destino es el pantano de Yesa, y con más exactitud las termas romanas, ya nos han dicho que están cubiertas, lo cual significaba que no podríamos darnos el esperado y deseado bañito, pero además del baño también era el encuentro de todo el grupo.

Ya estamos 26 personas y esta reunión forma parte de ese momento tan lindo de sonrisas, besos y abrazos que en cada encuentro van siendo más estrechos, al igual que estos invisibles lazos que nos van uniendo.

Al mirar el pantano comprobamos que efectivamente, no hay baño, pero el paseito no nos lo quita nadie, y comenzamos a disfrutar, no nos privamos de nada, tenemos caídas, encontramos fósiles, preciosas piedras y hasta hubo lanzamiento de piedras saltarinas al pantano, me encanta verlo, yo nunca he sabido hacerlo por lo que me parece mágico.

Salimos ya 7 coches y nos encaminamos ha Ruesta, los últimos 10 kilómetros nos van recibiendo con los colores del otoño, la carretera se ha convertido en un embrujado camino, hacia un pequeño pueblo, en el que no quedan más personas que los encargados de los albergues.

Las nubes por momentos, esta mojándonos levemente, por lo que pedimos en el albergue que nos acojan para comer, en vez de a media tarde como estaba previsto; sin ningún inconveniente nos reciben y como ya estaban preparándose para nuestra llegada, en el amplio comedor nos encontramos una chispeante chimenea, ofreciéndonos su abrazo de calor.

Según nos vamos sentando, a la mesa salen nuestras viandas, me encantan estos momentos en los que catamos nuevos sabores para el paladar, toma, dame, humm que rico, que no que no no me acaba de gustar y ¿tú como lo haces? ¿sabes que si cambias esto por aquello...?.

Me gusta el calor, me encanta el calor y estamos sentados al lado de la chispeante chimenea, el calor ya me ha traspasado de lado a lado, suficiente, suelto mi comida, me limpio las manos y me quito la camiseta, este gesto deja mi la piel al aire.

La dejo a un lado y sigo comiendo y charlando con mis compañeros de mesa, esto mismo que yo he hecho, lo hace cualquiera en el momento que le apetece, y esto va marcando la diferencia de este grupo de 26 personas, que comen y charlan tranquilamente.

Tras nuestra comida fría, tomamos algo caliente, mientras unos iniciamos tertulia y otros salen a caminar, yo hice tertulia y después paseito.

Al salir nos encontramos con que las casas quieren mostrarse enteras y uniformes, pero no es así, se mantienen en pie a duras penas, esto le da pie a Rafa para juntarse con los chiquillos y formar un equipo de reconocimiento del terreno, y partieron en busca de aventuras, que desarrollaron entre subidas y bajadas, Maite y yo nos apuntamos a su búsqueda y hasta pasamos por "la puerta grande" del castillo.

Nos vamos reuniendo de nuevo en el comedor y alguien da el aviso de trasladarse al otro albergue, el salón de actos había sido acondicionado para realizar "actividades", si "actividades" entrecomilladas ya que al ser este mi primer encuentro, no tenia ni idea de lo que encontraría.

Difícil muy difícil de poder explicar, que mis compañeros me hicieron retroceder en el tiempo, realizamos juegos infantiles, desde campo quemado, saltar a la cuerda hasta convertirnos en diferentes animales y vegetales; hubo charlas, bailes y sobretodo una armonía fantástica.

Tras la cena, volvimos al salón y me encuentro con una sorpresa más, entre nosotros hay un cuenta cuentos, genial, colocamos vela,s incienso y nos sentamos a su alrededor, desde grandes a pequeños esperamos su relato, fue bonito cerrar los ojos y escuchar esa voz contando una historia bíblica, así llegamos a las 12,30, para mi el día me ha aportado tantas emociones que ya mi cuerpo pide descanso, la mayoría se queda eligiendo la película que van a ver.

El domingo ha llegado, a las 6,50 tomo conciencia del bonito día que nos espera, a las 7,45 paseo por el pueblo, tres perros me acompañan y disfruto de la luz que hay anunciando un bonito día.

Tras el desayuno se forma un grupo que sale a pasear, solo de oídas puedo contar que llegaron al pantano y hubo bañito.

Nosotros también paseamos, los colores otoñales me encantan y estamos rodeados de árboles que nos regalan multitud de ocres, rojos, amarillos y verdes pudimos observar un bicho que no supimos decidirnos por que seria ¿saltamontes, grillo? bueno coincidimos en una cosa era chulisimo, el sol calienta nuestra espalda mientras al fondo vemos la montaña nevada, efectivamente el día precioso.

Después de la comida, vimos el reportaje fotográfico que nos hace Chus, lo cual provoca más de una sonrisa, risa y carcajada.

Llega el momento de la despedida y parece que no queremos arrancar, lo vamos haciendo prometiéndonos que nos volveremos a ver.

El fin de semana llega a su fin, como veis he evitado poner nombres, no los retengo con facilidad, pero garantizo una cosa tengo imágenes en mi cerebro que serán imposibles de borrar, recuerdo los ojos, recuerdo la sonrisa, recuerdo el abrazo y sobre todo siento esos lazos invisibles que nos van uniendo.

Gracias compañeros, gracias por hacernos sentir bien.

MJ y Rafa de Orozco bizkaia [ )'( ]