A las 15:15 del 13 de noviembre de 2002 el petrolero "Prestige", que navegaba frente a las costas de Galicia, lanzaba un S.O.S. alertando de sus grandes dificultades. A la deriva durante seis días, acabó por hundirse originando una catástrofe ecológica y social sin precedentes en nuestra historia.
Un año después seguimos a la espera de que dimitan los cargos públicos que con sus decisiones inapropiadas convirtieron el accidente en una tragedia para un país.
Este blog no olvida a los culpables del desastre ni comparte el discurso triunfalista de las autoridades, y es consciente de que desde el gobierno aún no se ha tomado ninguna medida que pueda evitar que algo así vuelva a producirse en el futuro.
Seguiremos exigiendo responsabilidades.
Nunca Máis
NUNCA MÁIS
"Y tal día hizo un año". Se suele decir eso para encomendar al olvido los acontecimientos a los que les damos una importancia desmesurada. Imagino que a lo largo de estos trescientos sesenta y cinco días los políticos involucrados en el desastre del Prestige repitieron tal dicho con la esperanza de obtener para su responsabilidad un escondite seguro.
Y esta semana se cumple el primer aniversario de este suceso, uno de los más trágicos de nuestra historia, que ellos convirtieron en inolvidable con su incompetencia y su soberbia. Malo sería para nosotros si se cumpliese el deseo que su negro corazón oculta de que no sepamos sacar aprendizaje alguno de este asunto.
Ahora sabemos que no tenemos "estadito", que su autonomía y su estatuto son una forma más de tenernos sometidos y de anular nuestra capacidad de decisión y de reacción: que nadie haga nada que esto se lleva desde Madrid, parece ser que dijo alguien con mucho mando. Que marchen a cazar, insistió. Y los de aquí (que son los mismos que los de allá) fueron obedientes a "corcear", como diría Ánxel Fole, que paga "elcorteinglés".
Pero también aprendimos que no tenemos estado. Que aquel al que pertenecemos por imperativo legal tampoco valía para nada que no fuese andar con el barco de arriba para abajo soltando mierda como quien caga en un ventilador. Mientras tanto unos cazaban y los otros miraban para otro lado silbando al aire.
En aquel momento supimos de una vez que lo nuestro sólo tendrá salida si somos capaces de atrapar el futuro en nuestras manos. Que es con nuestras manos desnudas con el único instrumento que contamos para ser alguien. Que nada podemos esperar de unos políticos mentirosos y falsarios que ni se atrevían a venir, porque además son cobardes y estúpidos.
Y comprobamos con tristeza pero con orgullo como sonaban más de doscientas mil voces a coro en el Obradoiro; como se unían las manos de niños y niñas gallegos para encadenar esta tragedia con un futuro más esperanzador... Como crecía la indignación mientras se descubría la indignidad que los cubre y los cubrirá. Como las ventanas y balcones se llenaban de gritos en blanco y negro, mientras su corazón rumiaba odio y rencor al contemplar que no aparecía por ningún lado la resignación y la sumisión con la que ellos contaban.
Y así aprendizaje tras aprendizaje fuimos construyendo una experiencia nueva, que es tanto como decir un nuevo conocimiento de la realidad que nos acerque un poco a hacernos dueños de nuestro futuro. A decirles que no podemos confiar en nadie más que en nosotros mismos, porque nos demostraron que nos desprecian tanto que son capaces, como de hecho hicieron, de insultarnos y blasfemar impunemente. Decirles que sabemos que ellos en el fondo saben cómo fue de grande nuestro sufrimiento, pero ignoran qué grande es ahora nuestro conocimiento. Nos hicieron un gran daño, pero nos otorgaron el poder de vislumbrar el camino de la sabiduría: los sabios son libres.
También nos dejaron un rosario de tristes palabras: "hilillos de plastilina", "fuel que se convertirá en adoquín", "sólo sabemos que no sabemos"... Y otras perlas de las que sólo quiero destacar una más: "perros que ladran por las esquinas", porque en la Costa da Morte se dice que los perros que ladran en vísperas de la Navidad lo hacen para dar el aviso de que llegan los esbirros de Herodes para degollar a los inocentes.
Habrá quien me diga que no aprecia tales aprendizajes en la realidad de hoy, pero quiero decirle a quien así lo piense, que los cambios que se obran en los corazones tardan en manifestarse en la sociedad. Por eso me atrevo a decir que hace un año que comenzó para muchísimos gallegos un tiempo nuevo y, con su fuerza, ya NUNCA MÁS será nada como antes.
Xabier P. Docampo
Noviembre 2003
Un año después seguimos a la espera de que dimitan los cargos públicos que con sus decisiones inapropiadas convirtieron el accidente en una tragedia para un país.
Este blog no olvida a los culpables del desastre ni comparte el discurso triunfalista de las autoridades, y es consciente de que desde el gobierno aún no se ha tomado ninguna medida que pueda evitar que algo así vuelva a producirse en el futuro.
Seguiremos exigiendo responsabilidades.
Nunca Máis
NUNCA MÁIS
"Y tal día hizo un año". Se suele decir eso para encomendar al olvido los acontecimientos a los que les damos una importancia desmesurada. Imagino que a lo largo de estos trescientos sesenta y cinco días los políticos involucrados en el desastre del Prestige repitieron tal dicho con la esperanza de obtener para su responsabilidad un escondite seguro.
Y esta semana se cumple el primer aniversario de este suceso, uno de los más trágicos de nuestra historia, que ellos convirtieron en inolvidable con su incompetencia y su soberbia. Malo sería para nosotros si se cumpliese el deseo que su negro corazón oculta de que no sepamos sacar aprendizaje alguno de este asunto.
Ahora sabemos que no tenemos "estadito", que su autonomía y su estatuto son una forma más de tenernos sometidos y de anular nuestra capacidad de decisión y de reacción: que nadie haga nada que esto se lleva desde Madrid, parece ser que dijo alguien con mucho mando. Que marchen a cazar, insistió. Y los de aquí (que son los mismos que los de allá) fueron obedientes a "corcear", como diría Ánxel Fole, que paga "elcorteinglés".
Pero también aprendimos que no tenemos estado. Que aquel al que pertenecemos por imperativo legal tampoco valía para nada que no fuese andar con el barco de arriba para abajo soltando mierda como quien caga en un ventilador. Mientras tanto unos cazaban y los otros miraban para otro lado silbando al aire.
En aquel momento supimos de una vez que lo nuestro sólo tendrá salida si somos capaces de atrapar el futuro en nuestras manos. Que es con nuestras manos desnudas con el único instrumento que contamos para ser alguien. Que nada podemos esperar de unos políticos mentirosos y falsarios que ni se atrevían a venir, porque además son cobardes y estúpidos.
Y comprobamos con tristeza pero con orgullo como sonaban más de doscientas mil voces a coro en el Obradoiro; como se unían las manos de niños y niñas gallegos para encadenar esta tragedia con un futuro más esperanzador... Como crecía la indignación mientras se descubría la indignidad que los cubre y los cubrirá. Como las ventanas y balcones se llenaban de gritos en blanco y negro, mientras su corazón rumiaba odio y rencor al contemplar que no aparecía por ningún lado la resignación y la sumisión con la que ellos contaban.
Y así aprendizaje tras aprendizaje fuimos construyendo una experiencia nueva, que es tanto como decir un nuevo conocimiento de la realidad que nos acerque un poco a hacernos dueños de nuestro futuro. A decirles que no podemos confiar en nadie más que en nosotros mismos, porque nos demostraron que nos desprecian tanto que son capaces, como de hecho hicieron, de insultarnos y blasfemar impunemente. Decirles que sabemos que ellos en el fondo saben cómo fue de grande nuestro sufrimiento, pero ignoran qué grande es ahora nuestro conocimiento. Nos hicieron un gran daño, pero nos otorgaron el poder de vislumbrar el camino de la sabiduría: los sabios son libres.
También nos dejaron un rosario de tristes palabras: "hilillos de plastilina", "fuel que se convertirá en adoquín", "sólo sabemos que no sabemos"... Y otras perlas de las que sólo quiero destacar una más: "perros que ladran por las esquinas", porque en la Costa da Morte se dice que los perros que ladran en vísperas de la Navidad lo hacen para dar el aviso de que llegan los esbirros de Herodes para degollar a los inocentes.
Habrá quien me diga que no aprecia tales aprendizajes en la realidad de hoy, pero quiero decirle a quien así lo piense, que los cambios que se obran en los corazones tardan en manifestarse en la sociedad. Por eso me atrevo a decir que hace un año que comenzó para muchísimos gallegos un tiempo nuevo y, con su fuerza, ya NUNCA MÁS será nada como antes.
Xabier P. Docampo
Noviembre 2003