Han sido siete maravillosos años en lo que todo ha sido armonía (bueno, casi todo, Kofi es muy goloso y eso le ha llevado a tener tendencia a formar piedras en el riñón, con lo que tiene que llevar una dieta algo especial), pero esta historia de amor se ha roto recientemente por culpa de una alergia que está desarrollando el pequeño de la familia a los ácaros y al pelo de los gatos y del perro.
Han intentado mantener unida la familia, pero la cosa iba a mayores, ya no sólo desarrollaba dermatitis, sino que últimamente empezaba a afectarle a las vías respiratorias así que han tenido que tomar una durísima decisión que es la de romper la familia.
Colocar al perro ha sido relativamente fácil, gracias a la Asociación Protectora de Animales de Bilbao www.apasosbilbao.org han logrado encontrarle un nuevo hogar, desgraciadamente muy lejos, en Holanda, pero allí seguro que tendrá una vida muy agradable.
Sin embargo Kofi y Esne no se podían separar, allá donde va uno va el otro, y esto, junto a la edad de ambos (6 y 7 años) les hacía candidatos perfectos a la inyección letal.
Como ya sabréis, hace dos semanas tuvimos que pasar por ese mal trago con nuestra compañera de toda la vida, cuyos riñones estaban ya tan dañados que apenas le quedaba un hilo de vida y, aunque su estado de ánimo aun era muy bueno, no queríamos que tuviese una triste y desagradable agonía.
Como ya se puede adivinar, ya sabréis quienes son nuestros nuevos inquilinos, el viernes llegaron a casa y parecía que el negro (Kofi) era el que mejor se iba a adaptar a nosotros ya que era el más atrevido a la hora de explorar la casa, mientras que Esne (leche en euskera, aunque es siamés, pero debía ser muy blanco de pequeño) era mucho más tímido, sin embargo se le ha pasado la timidez y es el mimo hecho gato, ronroneando todo el día, mientras que Kofi todavía sigue tímido ante nosotros, esperemos que se le pase pronto.
Sabemos que son mayores, que es mucho más divertida una cría, que tienen sus cosas y que echan de menos a su verdadera familia o quizá ha sido precisamente eso y la casi certeza de que nadie más iba a darles una oportunidad lo que nos ha empujado a adoptarles.