El gNudista La Libertad sigue siendo la idea más radical de todas

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El bautizo religioso es algo más que una ocurrencia, o un atrevimiento. Al igual que los matrimonios y las primeras comuniones, es una muestra de la insatisfacción con la que se iniciaron los católicos. Este empeño en invocar lo pagano para justificar o dar realce a ciertos hechos viene a demostrar una inmensa nostalgia pagana por parte de aquellos que dicen tener fe. Se reconoce, asimismo, la fuerza seductora que tienen las tradiciones. Se intenta encontrar en los aledaños del paganismo los remedios a la frustración que no es capaz de proporcionar la religión. Es un modo de acercarse a la sombra de lo pagano, lo que no quita para que, objetivamente, haya que denunciar lo que todas estas prácticas tienen de desconsideración de estas celebraciones. Por no decir de agresión. La típica de los iluminados por una religión...

La utilización de las celebraciones aunque sea tan sólo en su lado más nominalista o apariencial es una demostración del vacío en el que se encuentran las religiones. La mísera en la que yace.

Crédula, sectaria, dictatorial, carente de valores humanos y de modelos alternativos al tipo de sociedad que critican retóricamente... la derecha religiosa, sectaria, o crédula (que ni siquiera ellos mismos son capaces de diferenciar) no sólo está hueca, sino que es consciente de que suena a hueca y de que, por tanto, ya no queda en ella nada que pueda dar sentido a sus vidas y a aquellos actos que consideran especialmente relevantes o significativos. Entonces es cuando miran alrededor y comprueban que sus despreciables ancestros paganos parecían tener resueltas algunas cosas. Y deciden apropiárselas. Eso sí, llenandolas, a su vez. En su mejor estilo. Usurpándolas y llenado de ritos. De gestos. En este caso llenan la celebración de liturgia sacramental.

ASÍ que celebrarán la introducción en la sociedad con bautizo, esto es, dándole peso de fe; llamarán matrimonio a la unión de dos personas y llamarán primera comunión a un acto iniciatico. Ni siquiera el niño tendrá posibilidades de saber por qué razón le someten sus padres a esta impostura. No creen en el paganismo pero necesitan el olor de sus celebraciones, el perfume de lo humano..., aunque sea para reafirmarse en el resentimiento contra lo pagano.

¿Por qué razón los griegos o los romanos habrían de ser más que nosotros?, se preguntan los religiosos. Así que insatisfechos por no tener ceremonias o con el simple banquete, tratan de aprovecharse del patrimonio secular de lo pagano. No les parece suficiente lo religioso. Necesitan la apariencia de las celebraciones, la simulación pagana. Un poco de diversión, la nostalgia de las fiesta, un olor a humanidad...

ANTE estos hechos los ideólogos de la derecha deberían reflexionar sobre la naturaleza del tradicionalismo religioso y su formidable capacidad para la frustración. Deberían al menos darse cuenta de que sin una moral religiosa que ellos y sus partidos han sido capaces de construir, sin una tradición cultural católica, sin valores humanisticos (término que, por otra parte, les horroriza) las gentes de derecha presentan el aspecto patético del que busca la trascendencia en creer en ella.

Los matrimonios religiosos, las primeras comuniones, los bautizos... constituyen la sacralización intolerable de las celebraciones iniciaticas, pero, al tiempo, suponen el reconocimiento del inmenso fracaso de la religión. Todos estos hechos nos anuncian la vuelta a un mundo más humano, o, al menos, a la necesidad de ese regreso.