En concreto el 13 de agosto de 1994 dejé el vicio, afortunadamente, por que si me tengo que enfrentar, yo que me fumaba tres paquetes diarios, a la nueva ley anti tabaco me encontraría pagando la máxima sanción por reincidente en el mismo día.
Lo que más me sorprendió es que ni siquiera fue difícil ni traumático, en realidad me parece mentira lo sencillo que resultó dejarlo, más teniendo en cuenta que venía a fumar un cigarrillo cada cuarto de hora mientras estaba despierto, quizá incluso cada menos tiempo, nunca fumaba nada más levantarme, antes desayunaba y tampoco en las comidas y las ocho horas de sueño son sagradas.
Ni parches, ni terapias ni nada de nada, sólo el apoyo de mi esposa (o quizá esto fue lo más determinante) que me felicitaba sinceramente por cada minuto que lograba aguantar sin llenar mis pulmones de humo.
Realmente el día malo fue el primero, la primera semana tuve algo de mono pero una vez superada se acabó, no hubo más tabaco en mi vida.
Es cierto que aun, años más tarde, soñaba que fumaba o después de una copiosa comida de pronto apetecía un purito, pero ya hace mucho que esto no sucede.
No, no canto victoria, esto es como ser alcoholico, se es de por vida, no hay solución y el peligro está detrás de cada esquina pero espero aguantar hasta el final y no volver a aspirar ese aromático, delicioso, cálido humo y volver a sentir esa sensación en los pulmones, cuando aspiraba una calada profunda y... ¡¡que alguien me agarreee!!ç
Bueno, en fin, bromas a parte, no es imposible sólo hay que intentarlo y animarse a durar cinco minutitos más sin fumar, y cuando pasen, animarse a otros diez.