"No lo entenderás de verdad hasta que no lo pruebes"
Dudo que nadie, más allá de la primera infancia, olvide la primera experiencia de nudismo en grupo... Incluso a pesar de que yo estaba investigando los beneficios psicológicos de la liberación de las ansiedades de la imagen corporal como periodista de la compañía editora que representaba a la American Sunbathing Association, de hecho estaba aterrorizada y me abochornaba la idea de exponer mi propio cuerpo en una reunión.
Sin embargo, mis remordimientos por sentirme una hipócrita, más la presión de mis compañeros, me decidieron a afrontar el desafío. Así, en 1964, me encontraba cerca de San Diego, Calilfornia, en el parking del complejo nudista de Swallows. Antes incluso de que pudiera salir del coche, vi gente desvistiéndose frente a mí.
"Santo Dios, que incivilizados," pensé. "Ni siquiera un vestuario privado." Dándome cuenta de que mi dilema iba a ser evidente si no me desvestía rápidamente, y puesto que de todos modos nadie parecía estar mirando, conseguí desnudarme mientras trataba de aparentar indiferencia, dando gracias por la gran toalla de playa casualmente colocada sobre mis hombros. Entré en la zona encontrando un mundo sorprendente y completamente incongruente: cientos de personas, incluyendo niños y ancianos, haciendo todas las cosas ordinarias que uno se espera en un parque público o en un picnic familiar, excepto que todos ellos se habían despojado de su ropa. Lo que ocurrió después me mostró lo ciega que había vivido.
Hasta ese momento yo había visto muy pocos hombres desnudos, y la mayoría de las veces en situaciones sexuales, de modo que aproveché el resto del día embelesada con la diversidad de cuerpos masculinos y femeninos y la tremenda variedad de genitales. ¡Vaya educación! Fue una lección de anatomía y fisiología que no había recibido antes ni a través de los libros de texto ni de las revistas nudistas. Pronto me olvidé de la toalla, me hice parte del escenario social - tumbada al sol, nadando, y sintiendo la cálida brisa sobre mi cuerpo entero, y la emocional plenitud de la unificación cuerpo/mente. Recuerdo mi sorpresa al darme cuenta de que ese era el auténtico estado humano natural, imposible de experimentar con la interferencia de la ropa, incluso el más diminuto de los biquinis. Estaban en lo cierto, tienes que experimentar el nudismo para entenderlo.
THERAPY, NUDITY & JOY
AILEEN GOODSON (Ph. D.)
ELYSIUM GROWTH PRESS
Traducción: Fernando Gómez-España