Cada contacto con su hijo es una oportunidad para el niño de experimentar el placer de la intimidad o de la aversión por la vergüenza y el temor e interpretarlo como rechazo. El hijo de una mujer temerosa de intimar desarrollará un sentimiento de vergüenza de su propio cuerpo."
Desde la antigüedad hasta el medievo, el sexo se aceptaba como una parte integral de la vida. El conocimiento sexual se obtenía sin problemas del modo natural en que se adquirían otros conocimientos. En esos tiempos había mucha menos privacidad personal entre todas las clases sociales, y era usual que las familias se bañaran y durmieran juntas desnudas. No había turbación acerca de las funciones corporales de evacuación o sexuales. La mayoría de la población vivía "pegado a la naturaleza," y los niños crecían con un temprana familiaridad con el apareamiento de los animales y la procreación.
En el libro Sex Atlas de Erwin K. Haeberle se compara esta visión con el cambio gradual para "proteger la inocencia" de los niños: "El cortejo y la preñez se trataban abiertamente, y las mujeres daban a luz a sus hijos en casa. Los 'hechos de la vida' nunca fueron un secreto para nadie, y tan pronto como alcanzaban la pubertad ambos, chicos y chicas, eran considerados aptos para el matrimonio.
"Sin embargo, en el curso de los siglos siguientes, se adoptó una actitud muy diferente, al principio la infancia y después la adolescencia comenzaron a emerger como 'inocentes' periodos especiales de la vida, en los que el individuo debía ser protegido de las tentaciones del mundo adulto. Un creciente puritanismo vio todo lo sexual como sucio o peligroso... La 'conspiración del silencio' victoriana creó una atmósfera de pánico perpetuo... Así chicos y chicas crecían en completa ignorancia respecto de los más elementales asuntos biológicos. Muy a menudo eran incluso deliberadamente desinformados... Al cabo de los años esta ignorancia sexual reclamó su horrible precio a la sociedad."
Pero incluso en nuestras modernas y más avanzadas sociedades la ignorancia sexual, la vergüenza del propio cuerpo, la fobia genital y los consecuentes problemas de disfunciones sexuales y baja autoestima todavía proporcionan trabajo a los psicoterapeutas y se han convertido en el reto de los educadores y terapeutas sexuales. Barbara Toberts muestra claramente la situación:" Pienso en la terapia sexual como educación sexual, lo último en educación sexual."
A pesar de que prácticamente todo el mundo parece estar de acuerdo, en nuestra actual cultura, en que la educación sexual es necesaria, especialmente en estos días del SIDA, apenas hay acuerdo en cómo, cuando y dónde debería facilitarse. Los educadores sexuales se ven limitados a presentar los hechos suprimiendo el placer sexual físico y emocional en las enseñanzas primaria y secundaria. Se considera inapropiado exponer la intimidad anatómica y la mecánica del acto sexual precisamente a aquellos que se aproximan a la madurez sexual. Y existe incluso menos oportunidades para tratar en los primeros años de la infancia y admitir abiertamente, sin puritanismo, los cambios corporales del niño, las sensaciones genitales y la masturbación; considerados necesarios por la mayoría de los actuales educadores sexuales como base para una sexualidad adulta saludable.
THERAPY, NUDITY & JOY
AILEEN GOODSON (Ph. D.)
ELYSIUM GROWTH PRESS
Traducción: Fernando Gómez-España