Cualquiera que lea este blog ya se habrá dado cuenta que no tengo especial simpatía con el catolicismo y sus acólitos, sin embargo, quizá sea conveniente aclarar algunas cosas.
De pequeño estudié en un colegio de curas, sin embargo, antes de que alguien suelte un "¡ajá!" decir que no, en realidad era muy buena gente, eran de esos que creían en el mensaje de cristo, que se dejaban la vida por seguir el mensaje literalmente, muchos acababan en Africa o en Latinoamérica, en alguna selva perdida de la mano de dios ayudando en lo que buenamente podían y encima sin hace proselitismo.
De adolescente ya me volví ateo, no por que odiase a unos dioses, sino por que la idea de dios en si misma me resultaba totalmente increíble, pero aun así no me planteé en su día ningún tipo de anti-religiosidad.
Sin embargo, ya de adulto, casado, asentado, con hijos uno se topa con la segunda legislatura del aznarato, con hazte odiar, con la conferencia episcopal, con la homofobia, con el machismo y con el odio en estado puro.
Y que decir de cuando perdieron las elecciones, manifestaciones en contra de la ciencia, de la diversidad, de la familia en su más amplio sentido, en contra de todo aquello que suene a distinto, para ellos es muy peligroso.
Así que nos encontramos con un tipo de "católico" y no me refiero a un creyente en el evangelio que, aunque no me guste, es otra opción más, sino a un tipo de fundamentalista, pero no en la religión, sino en el franquismo, un fundamentalista en las tradiciones, en las peores, todo prejuicios, todo odio y sobre todo y ante todo, brutalmente hipócrita.
Se que la mayoría de los católicos son buenas personas, sin embargo su actual cúpula y todos aquellos a los que se les llena la boca con el adjetivo de "católicos", esos no tienen mi simpatía, por decirlo suavemente.