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Familia nudista

Por qué el naturismo es bueno para los niños

Su práctica regular mejora la autoestima y la aceptación del cuerpo propio y ajeno, además de inculcar el respeto hacia los demás y el medio ambiente

Autor: Nacho Meneses

Eider es una joven bilbaína de 22 años que ha practicado el naturismo desde que le alcanza la memoria, cuando siendo niña corría desnuda por la playa junto a sus padres. Tan solo hizo una pausa “cuando tenía la edad del pavo”, por vergüenza de su propio cuerpo, hasta que a los 16 volvió a disfrutarlo porque le da “una paz interior, un sentimiento de que formas parte de la naturaleza tal y como eres. He tenido la suerte de que mis aitas me inculcaron esto: es un cuerpo humano y nada más”.

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Tiene un componente educativo importante que no te da el colegio”, apunta Ibán, padre de Eider. E Ismael Rodrigo, presidente de la Federación Naturista de España y consejero de la Fundación Internacional de Derechos Humanos, añade que “privar a los niños de la visión de la desnudez natural les trasmite una ideología nefasta: que hay partes del cuerpo humano que son malas, que deben ocultarse, aunque los padres no se den cuenta de ello.

Entre los beneficios que se asocian con el ejercicio habitual de la desnudez se encuentra no solo el de una aceptación más natural del cuerpo humano (propio y ajeno), sino también una mejor autoestima, una mayor conciencia ecológica, respeto hacia uno mismo y hacia los demás e incluso una mente más saludable, por lo que no existe motivo alguno para que los pequeños no lo hagan libremente. “Cuando los niños son pequeños es cuando hay que enseñarles que es natural".

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“Los chicos a los que no se les limita la visión de la desnudez tienen significativamente más autoestima con respecto a su cuerpo que los no nudistas. Los que han visto a sus padres desnudos se sienten más cómodos con el contacto físico y con el afecto y muestran mayor aceptación y comodidad con su cuerpo y su sexualidad. En cambio, los individuos que durante su infancia tuvieron menor exposición a la desnudez de sus padres experimentan de adultos niveles significativamente más altos de ansiedad sexual”.

“La desnudez debe comenzar en casa, en el seno de la familia”, continúa. “A la hora del baño es un momento fácil. Aunque es mejor que se extienda lo más posible, sobre todo en verano. Al llegar a casa despojarse no solo de zapatos y parte de la ropa, sino de toda ella y colocar toallas en sofás y sillas. En casa tu ropa es tu casa”. Si se tiene jardín o terraza con piscina hinchable, no ponerles ropa a los niños, “y si la zona es discreta, tampoco llevarla nosotros. Si vamos a la playa, no pongamos ropa a los pequeños. Y en los vestuarios, es mejor que los niños entren con la madre y las niñas con el padre, para acostumbrarles a la desnudez del otro sexo”. Todo ello les enseñará a apreciar la belleza del cuerpo independientemente de su forma, proceso en el que el papel de los progenitores como modelos es fundamental. “Si la madre o el padre le muestran que puede haber belleza en cuerpos muy diversos y celebran esa diversidad como una riqueza, la niña o el niño aprenderán a hacer lo mismo y lo aplicarán a su persona”, afirma María Victoria Ramírez, sexóloga y psicóloga de la asociación Lasexologia.com. “Si los padres les muestran que cuidan de su cuerpo, que lo celebran y lo aceptan tolerando sus “defectos” y apreciando “sus puntos fuertes”, les están ofreciendo un modelo muy valioso”. Eider, por su parte, cuenta que de su cuadrilla de amigos hay gente que está desnuda y gente que no, “y te respetas igual”.

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Para Jesús Paños, psicólogo infantil, “la publicidad y la moda fomentan modelos de belleza ideales que no se corresponden con los cuerpos de la mayoría de chicos y chicas, y el naturismo puede ayudar a mejorar nuestra imagen corporal. Además, un culto excesivo al cuerpo puede distorsionar nuestra capacidad de relacionarnos de una manera sana con los demás y con nosotros mismos”.

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Para contrarrestar ese efecto es fundamental una labor educativa que a menudo no se produce ni en la escuela ni en casa, ya que muchos padres no están preparados y transmiten sin querer los mismos tabúes que sus padres les inculcaron. “El resultado es que los chavales adquieren sus conocimientos sobre el cuerpo humano y la sexualidad a través de vídeos de pornografía que comparten en sus móviles… Enlazan sexo con dominación y desnudo con sexualidad.

Conocen el desnudo solo vinculado al sexo”, afirma Rodrigo. “Un menor que solo observa desnudos comerciales crece con malentendidos y expectativas fantasiosas a cerca del cuerpo basadas en prejuicios y fuentes mal informadas. Ello lleva a la necesidad de operarse los pechos según la moda o a pensar que se tiene el pene pequeño, a veces con posibles traumas asociados”.

“Los chicos a los que no se les limita la visión de la desnudez tienen significativamente más autoestima con respecto a su cuerpo que los no nudistas. Los que han visto a sus padres desnudos se sienten más cómodos con el contacto físico y con el afecto y muestran mayor aceptación y comodidad con su cuerpo y su sexualidad. En cambio, los individuos que durante su infancia tuvieron menor exposición a la desnudez de sus padres experimentan de adultos niveles significativamente más altos de ansiedad sexual”.

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Una actitud que se puede extrapolar al resto de situaciones cotidianas: para que el menor asuma la ausencia de ropa como algo normal es importante que observe una actitud abierta y tolerante por parte de sus progenitores. “Si al ver pasar a una ciclonudista un padre o madre reacciona aplaudiendo, no ocasionará ningún problema a su hijo. Si le tapa los ojos (y créeme que esto sucede, aunque sea en muy pocos casos) creará un problema a su hijo respecto a la desnudez que le perjudicará posiblemente de por vida”, sostiene Rodrigo. Y aunque normalmente el rol educativo recae en los padres, también puede ser al revés, como en el caso de Marisa, una vasca afincada en Villajoyosa que además de transmitir la filosofía naturista a sus dos hijos también inició a su madre y juntas han ido muchas veces a la playa nudista de Sonabia, en Cantabria. Ramírez, por su parte, puntualiza que “aunque el naturismo contribuya a una mejor educación sexual de los hijos, no es el único camino. Si una madre o un padre no se encuentran cómodos mostrándose desnudos delante de sus hijos, no tienen por qué forzarse a hacerlo. Pueden hablarles también con naturalidad de su pudor y admitirlo. La comunicación sobre sexualidad puede favorecerse de muchas formas, explicando cosas sin que nos las pregunten, respondiendo a sus preguntas, hablándoles de las distintas partes del cuerpo y de su diversidad, fomentando actitudes de tolerancia y respeto… Y siendo modelos en todo ello”.

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Por qué el naturismo es bueno para los niños

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En cualquier caso, es fundamental separar las ideas de desnudez y sexualidad, conceptos que no tienen por qué ir asociados y cuya identificación errónea es precisamente la raíz de muchos problemas. “Asignar a toda desnudez una carga inherente sexual es en sí una perversión sexual. Es por ello que los casos de pedofilia en ambientes naturistas son prácticamente desconocidos, mientras surgen de continuo denuncias de abusos a menores en ambientes más propensos a la censura del cuerpo como son los religiosos”, dice Rodrigo. “La ocultación de los cuerpos no comerciales, de los normales, de los ancianos, de las embarazadas es lo que puede producir problemas en la formación del adolescente, y no lo contrario. La variedad de cuerpos que se puede ver en un centro de vacaciones naturistas contribuye muy positivamente a la no aparición de problemas como la anorexia o la bulimia, consecuencias de la falta de aceptación del propio cuerpo”. La idea se trasmite incluso literalmente por parte de los padres. Es frecuente oír la frase “marrano, vístete”, dirigida por un padre o madre hacia su hijo que deambula tranquilamente y sin problemas con su desnudez. Asociar la palabra “marrano” con desnudez cala, y se repetirá automáticamente en la edad adulta. “Y ello a pesar que no resiste el menor análisis. Es evidente que la higiene es más fácil en desnudez. Que el sudor se queda en la camiseta cuando corremos, pero se evapora si no la llevamos puesta. Que si nos duchamos antes de arrojarnos a la piscina con bañador no nos aseamos (e incluso ni siquiera nos mojamos si nuestro bañador es tipo pantalón con red interior), y al meternos en la piscina ya sí llega el agua a todo nuestro cuerpo. Es pues la ropa lo que es fuente de suciedad y no la desnudez. Y si a lo que en realidad se alude es a un concepto moral de suciedad nos pasa lo mismo: lo malo es afirmar que el cuerpo es algo sucio o que deba prohibirse”.

La normalización de la desnudez en la vida familiar y vacacional del menor no neutraliza totalmente la presión de los grupos de amigos y compañeros del colegio, pero ayuda. Al menos es poco probable que contribuya a la violencia y la sexualización del grupo, y quizás facilite que elija un grupo de amigos menos obsesionados con el sexo y la desnudez. El ver a chicas de su edad -al menos en vacaciones- desnudas y trabar así amistad con ellas contribuirá a que sea más difícil incorporarse o participar activamente en grupos en los que se cosifica a las mujeres, y lo mismo en el caso de las chicas. Ver lo natural como natural es mejor que ver lo natural como sexual. “Hay estudios realizados que demuestran que aquellos países menos preocupados por la desnudez tienen menos embarazos de adolescentes y tasas de aborto. Julian Robinson observa que “el pudor incrementa el deseo sexual y la necesidad de ostentación sexual, y estos a su vez fortalecen al pudor. Es un círculo vicioso”, cuenta Rodrigo.

“El naturismo moderno se autodefine como un movimiento familiar y para las familias. Un centro de vacaciones naturista es uno de los lugares más seguros para los niños, que asistirán con sus nuevos amigos a las múltiples actividades que se suelen organizar. Los padres pueden estar tranquilos y hasta olvidarse de ellos”.
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